14 de noviembre de 2011

Después del Diluvio: Vitalidad y Abundancia

Tan pronto como la idea del Diluvio se vino abajo, una liebre se detuvo en los pipirigallos y las campanillas movedizas, y dijo su plegaria al arco iris a través de la tela de araña.

¡Oh! Las piedras preciosas que se ocultaban y las flores que miraban ya. En la ancha calle sucia los tenderetes se levantaron y fueron arrastradas las barcas hacia el mar colocado allá arriba, igual que en los grabados.

La sangre corrió, en casa de Barbazul, en los mataderos, en los circos, donde el sello de Dios palidece las ventanas. La sangre y la leche corrieron.
 
Los castores edificaron. Los "mazagranes" humearon en los cafetines. 

En la Casa de los Cristales chorreantes aún los niños miraron maravillosas imágenes.

Una puerta sonó, y en la plaza de la aldea, el niño volvió los brazos, comprendido por las veletas y los gallos de campanario de todos sitios, bajo el clamoroso chaparrón.

Madame estableció un piano en los Alpes. Misa y primeras comuniones se celebraron en los cien mil altares de la catedral.

Desde entonces, la luna escuchó a los chacales que piaban por los desiertos de tomillo, y las églogas con zuecos refunfuñando en el vergel. Después, en la arboleda violeta, pujante, Eucaris me dijo que estábamos en primavera.  

 Brota, estanque; espuma, arremolínate por encima del puente y de los bosques; — paños negros y órganos, rayos y truenos, subid y retumbad; aguas y tristezas, elevaos y levantad los Diluvios. 

Porque desde que éstos se disiparon... ¡oh las piedras preciosas hundiéndose, y las flores abiertas! Y la Reina, la Bruja que prende su brasa en la vasija de barro, no querrá nunca contarnos lo que ella sabe, y nosotros ignoramos.

"Iluminaciones", Arthur Rimbaud

31 de octubre de 2011

Piel ardiente y fértil del desierto

La Casa de los Cristales
  tras el Diluvio                  
Piel de la Tierra, piel del Cuerpo.
Al sur de las crestas calcáreas de cima nevada,

el páramo color teja:
badland, magnífico desierto arcilloso,
desventrado anticlinal,
paisaje lunar hacia el sureste.

Y sin embargo, torrentes bajan de las laderas 
y surcan las llanuras hacia una
desembocadura que es el desierto mismo.

Tras los badlands, el relieve se suaviza, semeja piel de vientre. El río rotura un meandro y riega   el oasis, el hogar.                              
        
En un texto de los Trabajadores de la Luz, leo estos fragmentos:

El desierto: camino del ser

Dunas en Merzouga
El desierto es geografía con características propias, que facilita la intimidad y el aislamiento. El desierto simbólico es el interior de cada persona, donde uno se encuentra solo y a sí mismo, debiendo en ese autoconocimiento verse tal cual es y aceptarse para poder cambiar.

El desierto nos invita a los dos lugares. En el primero, uno estará solo con la naturaleza, y en el otro, estará solo con el mensaje y la urgencia de un compromiso mayor por la humanidad.

En las Escrituras se dice: "Es en el desierto donde Dios forja a sus profetas". Allí se han dado algunas de las más importantes experiencias místicas. Uno se confronta a sí mismo en un paisaje que invita a la introspección: en medio de la soledad aparente del desierto, en un lugar en el que pocas cosas ocurren, es donde más fácilmente puede darse la oportunidad de un contacto interno.

En el desierto, uno se encuentra, antes que nada, enfrentado a su mente, debiendo lidiar con sus pensamientos y su propia naturaleza. Es en esos parajes solitarios, que solo cambian con el juego de las sombras, donde los miedos y temores ocultos adquieren forma y sonido. Y es entonces cuando la prueba puede ser superada si es que uno llega a hacerse parte de ese paisaje, y descubre la profunda belleza y armonía que el ambiente de silencio regala para la comunicación y la experiencia múltiple.

Cuando uno descubre el desierto interior, y su aridez no sea algo ajeno, sino que más bien lo comprende y asume como parte de la diversidad de la belleza de la naturaleza y del proceso de aprendizaje, llega a valorar el oasis siempre existente. Entonces descubre el ojo de agua, la fuente secreta espiritual, que no sólo se halla en el lugar sino que lo acompaña a uno donde vaya. Pero no sólo el recuerdo. La fuente seguirá manando desde dentro de uno, como un manantial de sabiduría y orientación para los demás.

Integrarse con el propio desierto constituye un momento de pureza, una experiencia de autodescubrimiento y el primer gran paso para establecer el puente con las estrellas.

19 de julio de 2011

Presentación de La Casa de Los Cristales

La Casa de Los Cristales ofrece un lugar de reunión y convivencia, y un abanico de actividades, con el objetivo de lograr la armonía del ser humano.

Contamos con una amplia extensión de tierra de cultivo en la que realizamos cultivos biodinámicos de las diferentes especies autóctonas y también experimentamos con la adaptación de semillas de otros confines de la Tierra.

Estamos creando una eco-aldea como forma de vida diferente, para salirnos de una manera digna de esta sociedad de domesticación en la que hemos sido esclavos. Queremos vivir y ofrecer una alternativa de vida desde la libertad y el contacto con la Naturaleza y el Ser.

Contamos con recursos económicos básicos, y ofrecemos actividades, estancias en la casa y la posibilidad de disfrutar de diferentes talleres, para poder llevar adelante nuestro proyecto:

• Preparación, siembra, plantación, seguimiento y recogida de cosechas según la estación.

• Yoga, meditación, pranayama, mantras.

• Alimentación, diferentes formas de sanar a través de la comida.

• Biodanza.

• Masajes, cuidados estéticos.

• Alambique, elaboración de aceites esenciales.

• Excursiones y paseos por los alrededores, para conocer la cultura y costumbres del mundo bereber, además de travesías por minas, lugares con pinturas rupestres, oasis, zocos, etc.

También contamos con la colaboración de diferentes personas, todas ellas con la misma inquietud de vida, que quieren compartir sus saberes dentro de este paraje tan especial que es el Sáhara.

11 de abril de 2011

La Casa de los Cristales, lugar integrado

Al comienzo el nombre fue Kabus. Tras la última estancia invernal, me he ido impregnando de sus luces, de sus sonidos y de la importancia de las piedras y el reflejo de la luz en los cristales. Fue una inspiración. Era evidente, real, estaba dentro de la Casa de los Cristales: reflejo de luz-color. Eso transformó el concepto que estaba en mí: fue profundizar más en mi ser, porque empecé a sentir que era parte integrante de esa misma luz. Mis células se conectaban con la arena, la tierra, los animales, la escasa vegetación, dura, seca, agreste; y mi interior se llenaba de sensaciones, colorido, pureza, armonía. Tuve que salir corriendo. Llegué a un estado de extenuación, debido al trabajo, al cansancio y, sobre todo, a mi dolor e inconformismo emocional, todo ello provocado por un constante cuestionamiento: los demás tenían que ser como yo quería. Ahora, después de un mes de descanso, veo y siento de una manera diferente. El aprendizaje esta en mí. Los cristales y su luz me guiarán para poderlo realizar. ¿El qué? El ser yo misma. El ser yo misma desde mi verdad.                                                                                                                                         
Lourdes, primavera 2011